En el mes de diciembre recibo 2 cartas del señor Lobenheimer en las cuales me cuenta que la empresa ya no es la misma de antes. Molinari despedía a los trabajadores y gastaba el dinero que le había dejado por las dudas, demostrando una falta de carácter preocupante. Tuve malos presentimientos y en su tercera carta recibida en enero, Lobenheimer me intima a regresar. Entonces comienzo a preparar mi regreso para el mes de marzo, ya que de Buenos Aires, no había recibido un solo peso. Partí solo en el vapor español "Pedro de Batrustegui" de Barcelona que tarda 19 días en arribar a Buenos Aires. Después de una buena travesía, llego a casa sin anunciarme a las 8 de la mañana. Mi taller, de 60 trabajadores que tenía antes de mi partida, quedaban solamente 25, y yo con temor de no poderles pagar la quincena. Al volver a ver mis clientes, muchos me pagan enseguida lo que adeudaban, y todos me dicen que Molinari no hace mas que desbaratos y que es muy charlatán. Al encararlo personalmente, Molinari me dijo que me había prevenido: “Vigilo la empresa pero no cuente conmigo para hacer negocios.”

La Casa de Vinos Tomba quiere comprar 50.000 barriles de madera para la producción . Al reanudar los contactos con mis clientes, me encuentro con el señor Song, el cual primeramente reitera su observación sobre la incapacidad de Molinari para una empresa como la mia, y a continuación comienza a hablarme sobre sobre su amigo Tomba: “Ya que usted piensa volver a Francia, podríamos concretar la compra de 50.000 barriles para el almacenamiento de los vinos.”

Talleres y trabajadores de la empresa Tarris

Él sabe que la mejor madera es el roble pero también está enterado de que en Francia se emplea la madera de castaño, que es igualmente adecuada pero menos pesada, siendo esto una ventaja para el transporte en ferrocarril que cobra por peso transportado. Sin confirmarle en seguida, estuve pensando al respecto durante algunos días y converso sobre este asunto con Duchez, que me aconseja no perder este negocio que valía mucho más que el de la construcción de muebles, además de ganar un nuevo cliente para siempre. Mérelle me informa que él ya había trabajado en la construcción de toneles y que la madera de castaño podría servir y que lo mejor era que hiciese yo mismo mis experiencias, poduciendo directamente en los Pirineos. Los dos me habían convencido y pregunté a Tomba a qué precio compraría los toneles desarmados desde el puerto de Buenos Aires. Me ofrecía un precio de 7 pesos cada uno y me pagaría un adelanto de 20.000 para ayudarme a lanzar la producción. Mi empresa tenía en aquél momento 50 trabajadores bien ocupados pero los pagos se demoraban: Luraschi, Song, Glacer, Thompson y otros, pagaban con mucho retraso. Todo me impulsaba a no rechazar la oferta de Tomba y pensaba en Mérelle para que se encargara de este nuevo proyecto. Él me propone partir a Europa conmigo, viaje pago en 3ra. clase intermedia, mas 10 días de vacaciones para ir a ver a su familia a Pontoise y, a partir de ese momento, estar siempre y a toda hora a disposición para la explotación de maderas y para la fabricación de toneles en Céret con el sueldo de contramaestre que se paga en Francia mas el 18% de beneficios. Estas condiciones fueron aceptadas de inmediato por mí . El señor Duchez, a su vez muy entusiasmado, me dijo:

“Yo partiré a fin de año a Francia con mi familia e iré a verlo a Céret, donde decidiré si me quedo con ustedes como asociado o si voy a Saint Gandens con mi amigo Auberdiac, que tiene un aserradero para madera de nogal y de haya, cuya madera se podría exportar a la Argentina ya que hay mucha demanda y estas maderas escasean.”

Mi gran problema era Molinari, que no podía reemplazarlo por falta de tiempo. Mi partida con mi esposa y con Mérelle aconteció el 1ro. de septiembre de 1901, llegando Léonie y yo a Céret como previsto. Hasta la llegada de Mérelle, había pedido informaciones sobre el cupo actual de castaños a mi pariente Onouphre Tarris, adjunto de la Municipalidad de Céret, pero me desilusionó diciéndome que no contase con madera de castaño porque no sobraba en la región. Fue un desconcierto y no faltó un poco de celo por parte de mi pariente. Mérelle y yo visitamos toda la región y la de los Pirineos a lo largo de los ríos numerosos en esa zona, decidiendo hacer un análisis químico de la madera de aliso, árbol muy numeroso en esta región.

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